El mundo está al borde de la Tercera Guerra Mundial. Esta guerra se librará con armas nucleares y puede señalar el fin de la civilización tal y como lo sabemos.

La medida más importante para prevenir una guerra de este tipo, es comprender las fuerzas económicas que impulsaron las anteriores guerras : la Primera y la Segunda Guerra Mundial. El número de vidas civiles y militares perdidas en estas dos guerras juntas, superaron los 100 millones. Las secuelas económicas y sociales de esta aún pueden sentirse hoy en día.

Este sitio Web derriba el engañoso velo de que las anteriores guerras mundiales fueron causadas por imperios europeos rivales o por el odio racial y étnico. Tal y como documenta este sitio web en registros auténticos, ambas guerras fueron el resultado directo e inmediato de las corporaciones químicas/farmacéuticas alemanas, tales como la BAYER, BASF y HOECHST, que buscaban el dominio mundial para sus gigantescos mercados globales de fármacos y productos químicos sintéticos patentados.

En 1925, estas empresas alemanas formaron el mayor consorcio químico y farmacéutico del mundo, el cártel IG Farben. Como revelan las actas de los juicios de Nuremberg, el cártel IG Farben fue el mayor donante al ascenso de Hitler y del partido nazi, de la transformación de la democracia alemana en una dictadura y de la preparación técnica y logística de Alemania para la Segunda Guerra Mundial. IG Farben proporcionó a la Wehrmacht alemana el 100% de los explosivos para una guerra mundial de seis años de duración, para que la relativamente pequeña nación de Alemania dominara el mundo.

Tras la conquista militar del mundo, uno de los instrumentos económicos claves para mantener este control podrían haber sido las patentes. Esta herramienta legal había asignado la propiedad de decenas de miles de productos sintéticos a estas corporaciones alemanas, con la consecuencia del pago involuntario de tributos por parte de cientos de millones de consumidores en todo el mundo por más del 50% de todos los productos utilizados en un día normal, incluyendo todos los medicamentos farmacéuticos y las vacunas, pero también los plásticos, los tintes, los tejidos sintéticos, el caucho sintético, los fertilizantes, los pesticidas y miles de otros productos domésticos y técnicos.
El jefe de la mayor empresa farmacéutica del mundo, el director de BAYER, Fritz Ter Meer, fue condenado en 1948 durante el Tribunal de Crímenes de Guerra de Núremberg (Caso VI) a prisión por genocidio, esclavitud y otros crímenes de lesa humanidad.

Después de la Segunda Guerra Mundial, estos intereses corporativos gastaron miles de millones de dólares para ocultar su pasado criminal, con un objetivo: realizar un tercer intento de conquista mundial por medios políticos, económicos y militares.

Hoy en día, el negocio de la inversión farmacéutica se ha extendido desde Alemania a un puñado de otros países que esencialmente tienen el monopolio de los fármacos y vacunas patentados y dominan la salud de la población en más de 150 países. La oficina de coordinación política de estos intereses es la Comisión de la UE en Bruselas- dirigida por una política alemana no elegida- Ursula von der Leyen, y la Casa Blanca de Estados Unidos, con su jefe de gabinete Ron Klain, un antiguo lobista de la inversión farmacéutica y «hombre fuerte» detrás de Joe Biden.

Este sitio Web proporciona documentos históricos que deberían aparecer en todas las escuelas y en todos los libros de texto de historia. Sobre todo, la información aquí documentada tiene como objetivo prevenir la inminente Tercera Guerra Mundial.